lunes, 26 de enero de 2015

Las mejores películas (XXVI)

Previo a los premios Oscar, me adelanto para recomendarles un par de nominadas, y de paso les tiro con otro puñado de películas que sorprenden un poco, ya sea por su procedencia, por ser logradas por perfectos desconocidos (o casi) o por ser increíblemente originales. Esta vez en el paquete viene incluido mucho cine de terror, como para despuntar el vicio.

Black Mirror: White Christmas de Carl Tibbets (Gran Bretaña) 

Los dos mejores y más escalofriantes episodios de Black Mirror fueron dirigidos por la misma persona, aunque ya a esta altura me parece que al creador de la serie y guionista general Charlie Brooker habría que erigirle un monumento. Si White Bear era ya una animalada, este extraterrenal cuasi-largometraje de 73 minutos es de las más acertadas y angustiantes aproximaciones al mundo de las redes sociales, la tecnología, las nuevas formas de deshumanización y los castigos penitentes de hoy en día. Hace poco alguien me reprochaba que suelo recomendar películas trágicas, deprimentes y/o brutales, y acá en este sentido tenemos todo un Jackpot, así que lo siento, a armarse bien de valor antes de verla. 

Malmhaus de Ragnar Bragason (Islandia) 

Un drama familiar a lo Mike Leigh ubicado en un pueblo islandés y con el mejor condimento imaginable: mucho heavy metal. La incomprendida protagonista se refugia en la música para escapar a su familia y a un gentío religioso, conservador, chato, soberanamente intrascendente. Con tendencias al desplante, a la destrucción material, a beber hasta la inconsciencia y a conductas ciertamente antisociales, ella se ha convertido en un lastre para los suyos y para la comunidad. La aproximación directa, llana y sensible esconde puntos de originalidad; y da gusto dar con cineastas que conocen de primera mano y transmiten con tal convicción su perspectiva sobre la psicología social, los traumas, los refugios catárticos. 

The Imitation Game de Morten Tyldum (Gran Bretaña, Estados Unidos) 

Para el que no conoce esta historia, la película será redescubrir uno de los más importantes acontecimientos del siglo pasado y saber que la Segunda Guerra no consistió en quién tuvo más hombres y la pistola más grande sino en cuál de los bandos supo anticiparse al otro y aplicar los conocimientos y las innovaciones de modo más efectivo para contrarrestar los ataques. Para los que ya saben de qué va esto, será igualmente una aproximación obsesiva, cerebral, adictiva, acerca de un grupo de genios trabajando bajo presión para descifrar los códigos de la hermética máquina germana Enigma, y de quienes salió el primer motor de búsqueda y la computadora madre de todas las que conocemos hoy. Como el mismo material que aborda, una película dinámica, inteligente y calculada. 

Whiplash de Damien Chazelle (Estados Unidos) 

El director canadiense Chazelle tiene ahora 30 años, y se mandó una obra imponente de principio a fin; como le dicen, un clásico instantáneo. Asistir a la prestigiosa Shaffer de Manhattan, una de las principales escuelas de música de Estados Unidos, puede significar encontrarse con un energúmeno de la talla de Terence Fletcher (increíble J.K. Simmons) quien someterá al protagonista a niveles inhumanos de exigencia, a un régimen marcial en el que no faltan los golpes y los insultos, y a la competencia más despiadada. Pero Fletcher es sólo un reflejo de un ajustado sistema que se ciñe a implacables parámetros de admisión, donde la expresión musical per se parece perderse y la fiebre por la excelencia pasa a ser el único objetivo. 

The Place Beyond the Pines de Derek Cianfrance (Estados Unidos) 

Esta es vieja en comparación a las demás, del 2012, pero yo pude verla recién ahora, y realmente quedé muy sorprendido. Derek Cianfrance (Blue Valentine) es uno de los más grandes talentos del panorama estadounidense actual, y lamentablemente uno de los menos considerados a la hora de repartir nominaciones y galardones. Tres historias de cuatro personajes distintos, que confluyen en dramas punzantes que se perpetúan a través del tiempo, y que son elocuentes sobre el sueño americano y cómo la decisión individual de alcanzarlo puede repercutir negativamente en la vida propia y las de las sucesivas generaciones. Un reparto de lujo refuerza una historia ya poderosa de por sí . 

The Babadook de Jennifer Kent (Australia, Canadá) 

Una madre viuda debe lidiar con las dificultades de criar ella sola a un niño imaginativo, sensible y eventualmente problemático. Pero si la existencia ya le viene un tanto complicada, sus conflictos se convierten en algo horripilante cuando surge el "Babadook" del título, un libro para niños con ilustraciones de pesadilla y que carga con un maleficio a sus lectores. Por su esquema narrativo podría parecer tan sólo otra película de terror psicológico con apariciones maléficas acosando a los habitantes de turno, pero aquí hay un vuelo mayor por cierto contenido alegórico referido a los demonios interiores y a la dificultad de mantenerlos bajo control en situaciones límite. 

A Hard Day de Kim Seong-hoon (Corea del Sur) 

Un policial extremadamente divertido, protagonizado por un detective de homicidios que forma parte de un departamento de policía, corrupto hasta el tuétano. Luego de la muerte de su madre, el tipo entra en una racha de mala suerte que alcanza puntos de extrema desdicha: se ve envuelto en un crimen, comienza a ser extorsionado e implicado en una situación que lo lleva a escarbar en tumbas, montar un accidente, colgarse de la ventana de un rascacielos y a darse de palos con un villano extremadamente demente. Cine negrísimo, imparable, con puntas de comedia y situaciones que rozan continuamente el absurdo, giros de guión sorprendentes y un muy buen pulso en general. 

Grandes héroes de Don Hall y Chris Williams (Estados Unidos)

La trigésimooctava adaptación de un cómic de Marvel zafa bastante bien de los lugares comunes, ofrece un puñado de personajes atractivos y un robot inflable tamaño XL (unidad de medicina personalizada) que causa gracia a cada paso. Disney, que ultimamente viene cada vez mejor en el terreno de la animación, plantea un sentido homenaje al animé, con ciertos elementos dramáticos, chistes muy buenos y acción trepidante, inteligente y dinámica. Pixar debería ponerse las pilas y redoblar su creatividad, porque últimamente su nueva competidora (ya Dreamworks quedó en el olvido) le pisa los talones y podría desplazarla del pedestal de la animación mainstream

Honeymoon de Leigh Janiak (Estados Unidos) 

De arranque parece que se trata de una película de terror tradicional, con una pareja que va a pasar su luna de miel a una vieja cabaña recóndita y perdida entre los bosques, y a la que se le vienen encima los horrores esperables. Esta bien, ocurre eso, pero esta vez esos "horrores" no se parecen a nada que hayamos visto antes. No hay nada corriente en esta extraña, personal y especialmente claustrofóbica película de terror conyugal. Lo malo de la convivencia constante es que pueden surgir elementos desagradables e inesperados en el ser amado, aspectos que podrían llevarnos a la sospecha de desconocerlo por completo. Una sorpresa, y una adictiva exploración con tintes orgánicos y viscosos, que recuerdan al primer Cronenberg. 

Wirmwood de Kiah Roache-Turner (Australia)

El apocalipsis zombie llevó al protagonista a asesinar a su hija y a su esposa el mismo día. Sin mucho que perder y luego de intentar suicidarse infructuosamente, el hombre se encuentra con un grupo de sobrevivientes armados hasta las pantorrillas, y dispuestos a dar guerra hasta el último suspiro. Paralelamente, la hermana del protagonista, víctima de horribles experimentos, comienza a desarrollar poderes y a dominar mentalmente la plaga. Un regocijo gore, un Mad Max con muertos vivos, un ejercicio lúdico, humorístico y thrash con reglas propias y coherentes, armaduras a lo GWAR y violencia futurista al por mayor.

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