jueves, 30 de agosto de 2012

Entrevista a César Troncoso

"Yo quiero ser villano"


Así como Daniel Hendler o Ricardo Darín son los rostros más representativos del mejor cine argentino reciente, César Troncoso ocuparía ese lugar respecto al cine nacional, al estar presente en varias de las más importantes y valiosas producciones de los últimos años. En entrevista con "El Boulevard" se explayó acerca del cine uruguayo y la labor interpretativa.

Como pocos, él ha sido parte de un proceso de efervescencia del cine nacional. En su apartamento de Parque Posadas, con una barba espesa y tomando café para paliar su ansiedad -está dejando de fumar- Troncoso, de trato amigable, llano pero agudo, de respuestas claras y bien nutridas supo contestar con calidad y altura las preguntas con las que fue acometido. 

-En la última década se ha dado un auténtico boom en el audiovisual y en el cine uruguayo. ¿Vos creés que en este momento exista una formación apropiada para actores respecto a lo cinematográfico?

-No tengo muy claro qué se necesita estrictamente para formar un actor dirigido a lo audiovisual, pero si te ponés a mirar los rendimientos de los actores uruguayos en películas, son actores que no necesitarían una especialización particular. Mirá por ejemplo 3, es una película notablemente actuada,  tenés a Humberto de Vargas y Sara Bessio que tienen formación teatral, después tenés a Néstor Guzzini que no sé de dónde venía pero sé que laburó con la BCG, lo mismo Esmoris, protagonista de La Redota, venía de la formación teatral y del carnaval. Lo mismo Roxanna Blanco. Son gente de muy alto nivel. Con temas de formación creo que para un autor la mejor herramienta es la formación teatral.

-Pero no hace mucho tiempo se señalaban como un defecto del cine nacional las actuaciones demasiado "teatralizadas"...

-Yo creo que eso cambió, porque también cambió el teatro. Había una escuela, la de Margarita Xirgu con el teatro Solís como prototípico. Ahí tenés todos los palcos, veinte filas de butacas, se requería un tipo de actor. Un actor que declamase y que proyectase su voz hacia las últimas filas de la platea. Cuando se empieza a trabajar en espacios más pequeños, menos convencionales, con otras lógicas, también van cambiando los moldes, va cambiando la forma de actuación. Creo que hoy el actor es mucho más descontracturado, pragmático, menos agarrado a los viejos códigos. El actor de las generaciones más jóvenes conoce al cine, y su actuación entra en esos códigos con facilidad. En definitiva, lo que una escuela de teatro te da ya es actuación, y lo que vos hacer es graduar, acoplarte a los esquemas. Los malos actores de teatro suelen ser malos actores de cine. Si vos trabajás con bobos -en cualquier ámbito- siempre vas a tener algún tipo de problema. Si vos trabajás con tipos que chapan al toque cuál es el código te va a ir mejor. Pasó en El baño del Papa, Mario Silva y otros compañeros míos de Melo eran tipos que no tenían prácticamente formación, pero después de la tercera vez que los paraste frente a cámaras ya sabían pararse solos, sabían dónde tenían que mirar, dónde estaba el micrófono.

-¿A quiénes considerarías como grandes autores del cine nacional?

-Donde se percibe una marca autoral más clara quizá sea en la gente de Control Z, con Stoll y Epstein a la cabeza, y Gonzalo Delgado y Agustina Chiarino que también están por ahí; son los que tienen un grupo de películas más perfiladas, me parece que ellos han instalado una manera de hacer cine, compartible o no -viste que hay quilombo respecto a mucha gente quejándose del tipo de películas que hacen- si bien hay varias líneas directrices, está también el "Garza" (Adrián Biniez), Manolo Nieto y el "Cote" (Federico) Veiroj -quien tiene una línea autoral clarísima-; da la sensación de que tienen una orientación de laburo clara, saben a donde van. En el resto de la gente es más difícil de determinar porque Control Z ha logrado una serie de películas. Es más difícil de ver un autor en otros directores porque están en sus primeras películas, y en muchos casos con mucha discontinuidad o dificultad en continuar filmando.


-¿Y alguna promesa en la que confíes?

-Y... está Jeremías Segovia, con el que hice un par de trabajos (T is for time, La mujer rota) y que insinúa unas potencialidades que están buenas. También están los pibes de Rain Dogs, Germán Tejeira y Julián Goyoaga, vienen laburando muy bien, están con Anina, con el documental Roslick, sospechosamente rusos. Son de los más verdes que tengo presente. Después está Alvaro Brechner, Mal día para pescar fue un peliculón, y ahora está preparando su segundo largo, Kaplan, es una persona en la que se puede confiar. Lo mismo Guille Casanova, que tiene un par de proyectos pero sólo logró cuajar en los últimos años El viaje hacia el mar. César Charlone también viene generando alguna cosa. Los niveles de calidad en general acá son altos, y no es un territorio en el que cualquier advenedizo pueda laburar. En general, si estás en el medio y tenés la oportunidad de hacer segundas y terceras películas, es por algo.

-A vos te ha tocado interpretar una serie de personajes queribles y entrañables (El baño del papa), y por otro lado personajes más jodidos o cuestionables (Flacas vacas, Norberto apenas tarde). ¿Con qué tipos de personaje te sentís más cómodo?

-Yo quiero hacer villanos. Si me dan a elegir, quiero ser villano. Ahora en Brasil hice una película en la que me matan de cuatro tiros, de esos que explotan en el pecho, ¿viste?, es un momento de éxtasis absoluto. El personaje de Beto en El baño del Papa tampoco era un personaje muy lineal, era entrañable y querible pero tenía sus agachadas y sus dobleces, me parece que está bueno laburar en esos personajes que no son planos o unidimensionales. Lo que no querría es trabajar sólo en personajes populares, de barrio, sería encajar en un esquema que no aporta nada a nadie. No me interesan. Me van los personajes con más vida, más vericuetos y desarrollo.

-¿En este país se puede vivir de la actuación?

-No, se puede vivir de zonas conexas. Una cosa muy piola por ejemplo es tener una mujer que te traiga el sueldo a la casa todos los meses (risas), pero bueno, no todo el mundo puede incurrir en ese proxenetismo. A mí me está yendo bien porque metí una pata en Brasil y logré cierta continuidad de trabajo allá, hice alguna película en Argentina. Pero digamos que viviendo acá, para tener certezas y seguridades tendrías que hacer otra cosa: dar clases, locuciones, Teatro en el aula, presentarte a fondos. Generar una parafernalia para vivir en la zona, pero no vivirías exactamente de la actuación. No es lo deseable estar generando proyectos a troche y moche y a lo loco para poder bancarte. La gente de La comedia nacional son una excepción, unos pocos que tienen un sueldo mensual y cierta tranquilidad laboral. 

Publicada en "El Boulevard", 8/2012.

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