viernes, 29 de junio de 2012

Sombras tenebrosas (Dark shadows, Tim Burton, 2012)

Se busca guionista 

Desde que Tim Burton cometió el estrepitoso error de volver a trabajar con Disney para Alicia en el país de las maravillas –había atravesado una experiencia frustrante con la productora, al comienzo de su carrera– parece haber perdido el rumbo. Quizá sea por convencimiento personal, quizá como síntoma de cambio y crecimiento, quizá porque sus instintos lo guían mal, lo cierto es que desde entonces trae consigo una maldición que lo lleva a oscilar entre el infantilismo y el kitsch, dejando de lado lo que más interesaba de su obra: el encanto personal de sus personajes, sus atmósferas y universos lúgubres, maltrechos y fantásticos. 
Aquí el director se propuso homenajear la mítica serie Dark Shadows, de la que él, al igual que Johnny Depp y Michelle Pfeiffer, se considera fanático -Pfeiffer, al enterarse de que Burton iba a adaptar la serie, lo telefoneó directamente para pedirle que la incluyera en el proyecto-. Dark Shadows se exhibió todos los días durante un lustro entero (desde 1966 a 1971) y cada capítulo duraba media hora. Los entendidos aseguran que en ese tiempo hubo todo tipo de cambios, en el tono y en la variedad de las historias. De cualquier manera, se entiende que una adaptación debía ser caprichosa, nunca completamente abarcativa; esta vez Burton lleva su fascinación por lo gótico a un terreno más camp, hacia la comedia burlona e irónica, en un tono que recuerda a la comedia fantástica de inmortales triángulos amorosos La muerte le sienta bien, de Robert Zemeckis. 
Los problemas principales provienen del guión. El encargado de dar forma de película a ese cúmulo de anécdotas, personajes y circunstancias fue el joven novelista Seth Grahame Smith, en base a algunos lineamientos preescritos. El resultado da una sensación de compresión forzada, de una trama abigarrada de elementos, personajes innecesarios (Roger collins, por ejemplo, hermano de la matriarca), un conflicto principal que se diluye en ese barroquismo de anécdotas y subtramas y un protagonista (Depp) que confunde con tantos dobleces; es alternativamente un impiadoso vampiro, un improvisado padre, un hombre recto –aunque con cierta debilidad de carácter ante las féminas solícitas- un valiente o un pusilánime. También hay una gran confusión en el tono, de a ratos puede pensarse como una película infantil –los primeros tramos recurren repetidamente al chiste cliché del “hombre del pasado que se asombra con los elementos de la urbe moderna” propio de Encantada, Bill y Ted, Austin Powers, y tantas otras- y de a ratos llama la atención algún momento más propiamente adulto, como una felación que ocurre fuera de campo pero que no puede pasar desapercibida. Queda esa sensación de no ser ni una cosa ni la otra, o de estar ante un creador adulto con mentalidad infantil, como suele ocurrirle a veces también a Steven Spielberg, que buscando ser serio deja escapar ñoñerías inpresentables. Quizá lo más impactante en esta película sea ver a Alice Cooper cantando las mismas canciones, con la misma actitud, la misma pinta y la misma complexión física que hace cuarenta años. Eso sí que da miedo. 
Sin dudas hay talento en Sombras tenebrosas. Hay grandísimos actores, chistes que funcionan muy bien, planos brillantemente logrados. Pero el conjunto es lo que falla, uno piensa en guiones perfectos y redondos como los de Ed Wood o La leyenda del jinete sin cabeza y se pregunta dónde habrá quedado el criterio de Burton para elegir libretistas.

Publicado en Brecha el 30/6/2012

1 comentario:

thulannguyen dijo...

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